Bruno Portis tiene 35 años, nació en General Pico, La Pampa, se recibió de abogado en la Universidad de Lomas de Zamora, es docente y ahora también aventurero.
Quiero contarles una historia que no comienza el 8 de enero en Corrientes, de donde zarpó con un Kayak Patagonian Gamma para comenzar a bajar por el Paraná hasta Buenos Aires; La Expedición “Libertad” nace hace tres años atrás cuando Bruno accede a la lectura de La Rebelión de Atlas de Ayn Rand una novela basada en la filosofía del objetivismo, donde Portis interpreta pensamientos sobre la libertad del hombre y lo manifiesta: “El hombre es libre, pero aún no lo sabe”; ese es el mismo libro que lleva hoy húmedo entre sus pertenencias en la popa de la pequeña embarcación como si fuera su propia biblia.
Tampoco es casual que lleve como libro de proa, “El viejo y el mar” una historia escrita por Ernest Hemingway en 1951. Lo único que cambia es el sabor del agua pero lejos de los tiburones pudo haber estado en manos de mamíferos más peligrosos como lo son los mismos hombres.
Bruno ha experimentado momentos extraordinarios, donde la realidad ha superado cualquier adjetivo que se le hubiese ocurrido colocar en un posible y futuro libro. La esperanza, la pobreza y la sabiduría de la gente de la costa del Paraná entre otros tantos personajes que ha ido conociendo en este viaje son unos de los temas casi fundamentales en la construcción de su narrativa: solidaridad y acompañamiento fueron también elementos básicos para la supervivencia entre el agua fría y las olas que muchas veces ganaban a un kayak que lejos está de ser el transporte ideal para este tipo de travesías.
A pedido de su nutricionista, Portis aumentó antes de la hazaña más de 8 kilogramos, que serían aproximadamente los que perdería remando hasta 14 horas por día. El cree que no perdió tantos kilos, aunque sospecha que haya aumentado su masa muscular. Hizo un viaje que en su mayoría se alimentó de lo que le daba el río y de otros bocados que le brindaban las personas que se acercaban a la orilla para convidarle.
Con una barba de 40 días y más de mil kilómetros encima el remero de la vida llegó el sábado a nuestra ciudad, desembarcó en el Boat Club de Campana, fue recibido por amigos y por gente que vino de otras ciudades para darle un abrazo y mensajes esperanzadores. El intendente Sebastián Abella le hizo entrega de un presente en nombre de todos los ciudadanos, Javier Contreras y el grupo regional Unidos por el Kayak (UPEK) le entregaron un diploma de Honor en nombre de las instituciones que apoyaron su paso por esta ciudad.
En todas las provincias fue resguardado por personal del Prefectura Naval Argentina en sus momentos más difíciles, estos a los que el mismo denominó “Los Ángeles del Agua”.
Cenó acompañado de sus camaradas en el Boat Club y pudo recostarse en una cama por algunas horas en el Plaza Hotel de Campana para luego partir a las 5.00 de la mañana rumbo a San Isidro sin parar. Escoltado hasta Escobar primero pasó a saludar al segundo jefe de Prefectura Naval Argentina en el Puerto de Campana retomando su destino aún en la oscuridad de la noche.
Portis logrará hoy cumplir con su meta, que no fue solo un esfuerzo físico sino también mental, donde este hombre pudo hallarse en sí mismo, donde estuvo muchas horas solo con el río y las estrellas; con su otro ser interior al que él denomina como al hombre verdaderamente libre.
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